sexta-feira, 23 de abril de 2010

HONÓRIO, EL GURGEL, Y EL DIABLO RUBLO

Qui se passo és que El Diablo Rublo siempre, em toda su vida, fuera perseguido por los policiales rodoviários. Su pelos longos, rojos, y la tez blanca, como la Patagônia, llamaban de tal manera la atencion de los tiras qui bastava qui estiviesse em um coche para que este fuesse víctima de una ación rápida, precisa, de la Policía.

Asi si sucedeo em la jornada hasta Saquarema, quando fue parado a la saída de la gran puente Rio-Niterói, la mayor del mundo, portento de la genialidad humana. El coche, de su suegra, no tenía más qui el documento de transferência, y si siequer el nombre de la duena assinado. Em el hogar de la firma, lo espacio estaba em blanco.

Si escribo mi nombre a cá, le dijo el guarda, el coche és mio.

Com El Diablo Rublo viajava Don Chevalier, el mejor apertador de marijuana de todo el planeta, que empezava a se quedar vierde, aunque su compañero de viaje mantenia-se tranquilo y hablaba com lo policía que sí, como no, puede abrir todo el coche, puede nos revistar, sí, no tenemos nada.

Y el guarda llegó a abrir la mala, y Don Chevalier vierde como las montañas de Macchu Picchu... Pero no se importo com las valises. Se quedo satisfecho com la plata para la cerveza y asi no descobrió las cierca de vinte gramas de marijuana que llevaba Don Chevalier em su mojila, si que lo supiesse El Diablo Rublo, que despues ha seguido su sina, parado siempre por los policiales del tráfego, hasta lo gran dia de su redención, a bordo de Honório, El Gurgel.

Trafegávamos por región de muy rasa energia, una encruzillada desdicha, y el cabron hijo de puta nos cerro em lo cruzamiento. Apareció a frente de Honório, si colocar la sieta tampoco, y el choque fue inevitable. Una tonteria de lás más grandes del cabron hijo de puta, qui guiaba el coche de su mujer, qui, por su vez, era la dona del coche y se quedo sentada em el banco del carona, los brazos cruzados, enquanto el hombre, cabron hijo de puta, salió para, hijo de puta, tirar satisfación.

La razón se quedaba totalmente com nosostros, pero los documientos... No los habia, nadie. Y habia, para desgracia nuestra, uno de los representantes de nuestra valorosa Policía Militar, devidamente uniformizado. Si el policía requisitasse los documientos de los coches, seria malo, muy malo; pero, em tal situación, era necessário un poco de representación, y por esto jo fue de encuentro a lo policía, junto de mi oponente, y nos quedamos, los dos, a hablar a lo miesmo tiempo, a disparar argumentos, hasta que la voz del sábio PM nos calo a nosostros, para escuchar su sentença.

Ustedes, qui son hombres, qui si entiendam.

Dije, y salió, el salomônico guarda, polícia de los mejores, y así el cabron hijo de puta fue escuchar el espuerro de la mujer, y El Diablo Rublo, com su pelos rojos, por primera vez em su vida escapo de los policiales rodoviarios.